
El pasado domingo 10 de noviembre, Facundo Maita, un joven de 18 años con vocación de servicio, falleció en circunstancias aún no esclarecidas en la sede de una escuela de Policía ubicada en Villa María Ester. Aunque las primeras hipótesis apuntan a un accidente con un arma o un presunto suicidio, la familia del joven reclama una investigación profunda y transparente para determinar la verdad detrás del hecho.
Cintia Martínez, madre de Facundo, rememoró el último día que vio a su hijo. “Estaba contento porque iba a hacer prácticas voluntarias. Siempre le gustó la Policía”, declaró. Sin embargo, aquella noche, tras escuchar rumores de un accidente en la institución y al no poder comunicarse con Facundo, las alarmas en la familia se encendieron.
“Cuando llamé al colegio y di su nombre, me dijeron que un psicólogo iba a hablar conmigo. No me explicaron nada. La noticia de que un alumno se disparó la vi en los medios. Esa noche no dormimos. No me dejaron reconocer a mi hijo y al otro día recién nos entregaron el certificado de defunción”, relató Martínez. Según el documento oficial, la causa de muerte fue un traumatismo encéfalocraneano por arma de fuego ocurrido a las 17 horas, aunque la familia recién fue notificada horas después.
El caso, inicialmente tratado como una “conducta autolesiva”, sigue bajo investigación y aún no tiene carátula definitiva. Martínez sostiene que la institución busca cerrar el caso como un suicidio sin realizar un análisis exhaustivo. “Quieren decir que tenía problemas psiquiátricos, pero ellos tienen los estudios psicológicos que presentó cuando ingresó. Quieren cambiar la historia”, denunció.
La madre también cuestionó que su hijo tuviera acceso a un arma cargada, algo que considera un grave error. “Mi hijo fue a aprender, y me lo devolvieron sin vida. Tienen que responder”. Además, exigió que la directora del establecimiento y el oficial a cargo sean apartados de sus funciones mientras se esclarecen los hechos.

Un Dolor que Persiste
Desde la tragedia, la familia vive en una constante búsqueda de respuestas. “Nosotros vivimos una tortura todos los días. Pregunté a sus compañeros si lo habían notado triste o si había tenido algún problema. Todos me dicen que estaba bien. Esto no tiene sentido”, expresó Martínez, quien también lamentó la falta de acciones concretas tras reunirse con el jefe de Policía y el ministro de Seguridad.
La madre aseguró que continuará luchando por justicia. “A partir de ese día, no tengo vida. Mi hijo no merecía esto. Vamos a ir hasta lo último”, concluyó.
El caso de Facundo Maita sigue siendo un llamado a la reflexión sobre las condiciones de formación en las escuelas de Policía y la necesidad de garantizar la seguridad y el bienestar de los aspirantes.
