
El trabajo en minería conlleva una serie de retos para quienes ingresan al sector, derivados principalmente del sistema roster que organiza jornadas laborales extensas por turnos de varios días consecutivos, como el modelo 7×7 o 14×14. Estas dinámicas implican cambios significativos en las rutinas personales, sociales y familiares de los empleados, generando estrés y otras dificultades emocionales.
Ana Siquier, integrante del equipo de recursos humanos de la minera Río Tinto, explicó a El Tribuno cómo la empresa implementa medidas para hacer más llevadera la vida en el campamento minero, ubicado en el Salar El Rincón, donde se desarrolla una planta de litio.
Entre las estrategias destacadas, Río Tinto proporciona:
- Pausas activas y espacios recreativos, como gimnasio y juegos electrónicos.
- Traslado aéreo desde Salta para evitar el agotador viaje terrestre de más de 10 horas.
- Acceso a psicólogos para el empleado y su familia, junto con asistencia médica, legal y financiera.
- Licencia parental de 18 semanas para ambos géneros.
- Encuestas periódicas para fomentar la participación de los empleados en la mejora de las condiciones laborales.
Siquier también resaltó que un 30% de la plantilla está conformada por mujeres, reflejando un avance en la inclusión de género en un sector históricamente masculinizado.
Esteban, un minero con más de dos décadas de experiencia, recordó las condiciones iniciales del trabajo en la minería. «En 2003, el roster era 21×5, y no teníamos los servicios actuales como catering o espacios recreativos». A pesar de las mejoras, señaló que en su lugar de trabajo actual, las opciones de esparcimiento son limitadas: «El celular es nuestra principal distracción».
El impacto emocional y social del roster
La psicóloga Carina Salas destacó cómo las jornadas laborales extensas y alejadas del entorno familiar alteran la estabilidad emocional y social de los trabajadores.
“Cuando los mineros regresan a sus hogares en los días de descanso, no necesariamente descansan, ya que deben adaptarse a las rutinas familiares preexistentes”, explicó. Según la especialista, este ajuste constante genera estrés, ansiedad y alteraciones en los ciclos de sueño.
Salas subrayó que, si bien hombres y mujeres enfrentan desafíos similares, las mujeres pueden experimentar una carga mental adicional debido a las expectativas sociales y responsabilidades domésticas.
El trabajo minero demanda un esfuerzo significativo en términos físicos, emocionales y sociales. Por ello, las empresas del sector deben continuar promoviendo condiciones laborales que prioricen el bienestar integral de sus empleados. Esto no solo mejora la calidad de vida de los trabajadores, sino que también fortalece la productividad y el compromiso dentro del sector.

